14 abril 2011

AGRICULTURA ECOLÓGICA

Ecologistas en Acción apoya la dimisión de la junta directiva del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica
 La organización ecologista responsabiliza al Gobierno de Aragón de este hecho, ante la falta de apoyo a la agricultura ecológica
 No nos pilla de sorpresa la enorme distancia que separa al Consejero de Agricultura del Gobierno de Aragón, Gonzalo Arguilé de las sensibilidades de los ciudadanos de a pié. En el campo de la Agricultura Ecológica esa distancia se ha verificado con la dimisión en pleno de toda la junta directiva del Consejo Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE).

Ecologistas en Acción, que ve con preocupación el futuro de este órgano, apoya esta drástica decisión, totalmente entendible dentro, ya no del nulo apoyo, sino de las dificultades, que tanto este órgano, como los objetivos que persigue, viene recibiendo de la administración de la que depende,  la Consejería de Agricultura del Gobierno de Aragón. Una escasa cofinanciación  a las ayudas que llegan de Europa al sector Ecológico, una oposición frontal a los transgénicos desde el CAAE y un desmesurado apoyo a estos desde la Consejería, ha precipitado el desencuentro.
El resultado, mientras que  en España la superficie agraria dedicada a Agricultura Ecológica crecía un 118% entre 2004 y 2009, Aragón ha visto reducir su presencia un 12,53%, con lo que ha pasado de ser la segunda comunidad en extensión (con 78.000 hectáreas) a ser la séptima (63.000 hectáreas). En toda la unión europea se observa un incremento de esta práctica en la planificación de las diferentes políticas sectoriales. Por ejemplo, Francia  ha fijado  un porcentaje del 15% en 2010 y 20% en 2012 para el producto ecológico en los menús escolares;  para conseguirlo quiere  aumentar progresivamente la superficie agrícola destinada a la producción ecológica de un 6% en 2013 hasta un 20% en 2020. 
En Aragón el ciudadano cada vez apuesta más por este tipo de productos. No hay que más que observar el resultado de los mercadillos agroecológicos como el de Zaragoza y el importante número de grupos de consumo ecológico que se están creando por toda la geografía aragonesa. Sin embargo, Gonzalo Arguilé, lleva una polémica de apoyo a los cultivos transgénicos, que a juicio de Ecologistas en acción, eso no es trabajar por Aragón y los aragoneses, sino que representa estar al servicio de grandes multinacionales como MONSANTO, que implica una agricultura industrial basada en la utilización masiva de agroquímicos que contaminan el agua y el suelo de nuestros campos.
Por el contrario, y pese a la falta de apoyo institucional del Gobierno de Aragón, los Agricultores Ecológicos Aragoneses cuidan de nuestro magnífico entorno natural, favorecen la biodiversidad, generan empleo, atesoran gran conocimiento sobre la Naturaleza y  los seres vivos,  nos alimentan a nosotros y a otros ciudadanos europeos... Apoyarles o no,  puede ser una cuestión simplemente política.
Ecologistas en Acción considera que el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón debe realizar un giro radical en la política referente a la Agricultura y Ganadería Ecológica. Este sector con los correspondientes apoyos institucionales está llamado a convertirse en motor de desarrollo rural de nuestra comunidad.
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LA ASOCIACIÓN PARA LA DEFENSA DE LA SANIDAD PÚBLICA DE ARAGÓN EN APOYO DE UNA ALIMENTACIÓN SANA Y RESPETUOSA CON EL MEDIO AMBIENTE

La alimentación es un derecho fundamental, esencial para mantener un estado de equilibrio y salud. El hecho de considerar el alimento como una mercancía más hace que sea sometido a una producción masiva, lo cual nos está llevando a consecuencias desastrosas. Los organismos genéticamente modificados (OMG) suponen un instrumento más de la agroindustria para conseguir los máximos beneficios.

Estudios independientes demuestran múltiples efectos nocivos sobre la salud y el medio ambiente, y prueban que con ellos no se mejoran las producciones, ni se disminuye sino que se incrementa el uso de plaguicidas y herbicidas. En Aragón, la contaminación genética de campos vecinos debida al maíz transgénico, supone agravios a la agricultura convencional e importantes daños económicos a la Agricultura Ecológica, un sector que contribuye a producir alimentos más sanos y respetuosos con el entorno, muy útil para generar puestos de trabajo y para fijar población joven al medio rural.

Mientras que la producción de alimentos ecológicos en el resto del Estado Español se incrementa, en Aragón (a pesar de que la demanda es cada vez mayor), el nulo apoyo institucional está motivando el desmoronamiento del sector agroecológico.

La Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública apostamos por la seguridad y soberanía alimentaria y por la producción ecológica en Aragón y, por tanto, nos posicionamos en contra del cultivo de productos transgénicos. Por esta razón nos solidarizamos con los miembros de la Junta Rectora del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica, que el pasado día 7 presentaron su dimisión, y apoyamos sus justas reivindicaciones solicitando al Gobierno de Aragón el establecimiento de medidas de apoyo a los Productores de alimentos ecológicos y la promoción de estos alimentos (al igual que se está promoviendo en otros países de nuestro entorno) en centros públicos como colegios y hospitales.


Zaragoza 13 de abril de 2011

06 abril 2011

NUCLEARES, UN COSTE INACEPTABLE

UN COSTE INACEPTABLE



Cristina Narbona

Mientras escribo estas líneas, todavía se desconoce el resultado final del gravísimo accidente nuclear de Fukushima. Aunque se consiguiera interrumpir inmediatamente la fuga de radiactividad y evitar una catástrofe aún mayor, lo acaecido se considera ya, por parte de la mayoría de los expertos, de una gravedad sólo superada por Chernóbil. Y resulta intolerable el esfuerzo por minimizar las consecuencias de Fukushima por parte de quienes siguen insistiendo en la inevitabilidad del uso creciente de la energía nuclear.

Intolerable, ante todo, desde el punto de vista democrático: los ciudadanos tienen derecho a saber cuáles son los riesgos reales y cómo se gestionan por parte de empresas y gobiernos, así como quién asume responsabilidades y quién sufraga los costes en el caso de accidentes en las centrales nucleares. Fukushima es un trágico ejemplo de riesgos no adecuadamente contemplados y de costes, sin duda incalculables, que recaerán, sobre todo, sobre los contribuyentes japoneses. La empresa Tepco ha pedido ya ayuda estatal para financiar las actuaciones que está llevando a cabo en la planta en su intento de frenar los efectos del accidente. Una manifestación más del modelo económico aún imperante –“socialización de costes/privatización de beneficios”– con escasa o nula penalización de las decisiones empresariales de alto riesgo, bien evidente tras el estallido de la crisis financiera internacional.

Obviamente, la financiación pública requerida ahora por Tepco es sólo una parte de los recursos que serán necesarios para hacer frente a problemas, aún sin cuantificar, de salud –física y mental–, de evacuaciones, de pérdida de actividad en la agricultura y en la pesca… motivados por la presencia de radiactividad en el aire, en el suelo y en el agua en una extensión geográfica de difícil delimitación. Una radiactividad que mantendrá su potencial dañino a lo largo, incluso, de miles de años en el caso de algunos componentes presentes en el combustible utilizado, lo que convierte en tarea imposible el cálculo del coste real del riesgo nuclear. Por supuesto, un accidente como el de Fukushima puede ser –ojalá sea– un acontecimiento excepcional; y bienvenido sea todo el esfuerzo para revisar las condiciones de seguridad de todas las centrales nucleares existentes en el mundo, revisión que ya ha llevado al cierre definitivo de siete centrales de Alemania. Bienvenidas sean también normas internacionales basadas en el conocimiento científico independiente y no en intereses de empresas concretas.

Pero, más allá de ese ejercicio de responsabilidad a posteriori –la mayoría de las centrales japonesas incumplían los requisitos de seguridad legalmente exigibles en el momento del accidente–, lo más importante es el planteamiento cara al inmediato futuro.

Sabemos ya que, si se establecen nuevos requisitos (sobre la ubicación, el diseño de las plantas, los sistemas de alerta…), el coste de las nuevas centrales será significativamente más elevado. ¿Cómo se financiarán, en tiempos de restricción del gasto público? La importancia de los recursos públicos en el desarrollo de esta actividad industrial ha sido ya muy notable –solamente en los países de la Unión Europea ha supuesto la cifra de 160.000 millones de euros desde 1950–. Pero parece inevitable, si se siguen construyendo centrales, la necesidad de un mayor apoyo con cargo a los bolsillos de los contribuyentes. Por tanto, está plenamente justificado el debate público sobre la opción nuclear –ese debate que nunca se ha cerrado– y, en general, sobre el modelo energético deseable.

Con motivo de la preparación del encuentro en 2012 Río+20, participo en un panel de Naciones Unidas sobre Sostenibilidad Global. En dicho panel existe un amplio consenso en cuanto a la exigencia de garantizar el acceso de todos los ciudadanos del planeta –los que viven hoy y los que vivirán mañana– a suficiente energía limpia y segura. Por ello, el panel analiza los mejores ejemplos ya existentes para promover el acceso a energías renovables en países menos desarrollados, y previsiblemente emitirá alguna recomendación en cuanto a iniciativas concretas de carácter global. La energía nuclear no es una opción sostenible: no es barata, no es segura y requiere instituciones muy potentes para garantizar control e información, algo que ha fallado incluso en un país tan avanzado como Japón.

Hay que recordar que, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE 2010), la nuclear podría suponer como máximo sólo un 6% de la producción mundial de energía en 2030, y ello sólo si se llevasen adelante los numerosos proyectos previstos antes del accidente de Fukushima –muchos de ellos actualmente paralizados tras el incidente–. Ese porcentaje resulta muy inferior a la contribución de la eficiencia energética prevista por la AIE (más del 40%), a la reducción del consumo total de energía y por tanto a la lucha contra el cambio climático.

Hoy día, la energía nuclear tiene un peso significativo sólo en algunos países desarrollados, lo que ha condicionado negativamente el avance de las energías renovables y ha favorecido un análisis sesgado y a corto plazo sobre su coste. Creo que ha llegado el momento de abordar un debate estratégico que contemple todos los elementos: costes y beneficios efectivos de cada fuente de energía –de acuerdo con el ciclo de vida íntegro de cada una de ellas y de los riesgos asociados–; relación entre consumo de energía y satisfacción de necesidades; potencial para un mayor ahorro y una mayor eficiencia en la producción, el transporte y el consumo de energía; gasto público asociado a la I+D+i de cada opción; cooperación al desarrollo sostenible a nivel global… Una ciudadanía bien informada, con posibilidad de participar en el debate sobre decisiones políticas de tanto impacto tanto para la generación actual como para las generaciones futuras, es un requisito imprescindible para mejorar la calidad de la democracia. Y para decidir, colectivamente, entre otras cosas, sobre cuán aceptable es el verdadero coste de la energía nuclear, que poco tiene que ver con el coste del kw/h de centrales ampliamente amortizadas.

02 abril 2011

¡Indignaos!

DE LA INDIGNACIÓN A LA ACCIÓN

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Un libro con textos de Sampedro, Garzón, Mayor Zaragoza y Escolar, entre otros, busca concienciar y provocar una reacción frente a las medidas neoliberales impuestas como única salida a la crisis
Jesús Rocamora, en 'Público'

Hace un mes salía a la venta en España ¡Indignaos!, un librito que se levantaba contra la indiferencia de los ciudadanos ante el retroceso de las democracias modernas, un llamamiento ante la pasividad: "La peor actitud es la indiferencia", pedía a los más jóvenes el autor del panfleto, Stéphane Hessel, de 93 años. Y como si cogiera el testigo, un nuevo libro trata ahora de dar un paso más a favor del grito de guerra, más allá de llevarse las manos a la cabeza: se trata de Reacciona, que Aguilar editará en unas semanas.


Reacciona es una obra coral, coordinada por la periodista Rosa María Artal, en la que han participado representantes de diferentes generaciones y ámbitos profesionales: José Luis Sampedro, Federico Mayor Zaragoza, Baltasar Garzón, Juan Torres López, Àngels Martínez i Castells, la propia Artal, Ignacio Escolar, Carlos Martínez Alonso, Javier López Facal, Javier Pérez de Albéniz y Lourdes Lucía. Como dice Hessel, encargado aquí de prologar el tomo, "es tiempo de democracia genuina"; "es hora de actuar".


El sistema está enfermo

Los convocados tenían un objetivo: "Dirigirnos a la sociedad en general, y a los jóvenes en particular, intentando concienciar y provocar una reacción frente a las medidas neoliberales impuestas como única salida posible a la crisis", escribe Sampedro. Arma de doble uso, Reacciona mezcla el lenguaje didáctico con uno más práctico que apela al lector y le da herramientas para enfrentarse a unas medidas que afectan a su calidad de vida. Porque "es una falacia hablar de crisis financiera únicamente. La crisis es política. La crisis es del sistema de vida occidental". Según Sampedro, "estamos viviendo en pleno ocaso del mundo en que vivieron nuestros padres", debido a "un afán de saqueo propio de las hordas bárbaras" de manos de los financieros culpables de la crisis. Como dice Artal, "el sistema en el que vivimos está gravemente enfermo". El resultado es demoledor.

El prólogo de Hessel marca de manera indirecta los tres ejes que recorren el libro. El primero sería el contexto mundial de la crisis, con especial atención a lo peculiar del caso español, la burbuja inmobiliaria, el recorte de derechos sociales y las pensiones y las penosas condiciones laborales. Un mundo donde los organismos supranacionales han sido despojados de todo valor ("Europa está en coma, como así lo demuestra su apatía ante los grandes problemas", escribe Sampedro). Donde las naciones han dejado el camino libre a una economía que no es productiva sino que hace de la especulación su principal actividad y que promueve el tráfico de toda índole (drogas, armas, patentes, personas). Donde se siguen sin erradicar, tal y como se prometió ante la crisis, los paraísos fiscales y donde el secreto bancario sigue blindado. Donde los valores democráticos se han sustituido por otros capitalistas.

En su texto, el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla Juan Torres López se centra en las mentiras más divulgadas y efectivas sobre la crisis, lanzadas con un objetivo: "La desmovilización ciudadana ante el reforzamiento del poder de los de siempre". Mentiras como "nadie pudo prever la crisis". "Muchos economistas adelantaron lo que iba a ocurrir", escribe Torres López. Pero las autoridades "se cruzaron de brazos" porque "lo que buscaban no era servir a los intereses públicos sino a las grandes empresas".


Por encima, la mentira más gorda: "Hay que salvar a los bancos". Para Torres López, los bancos han conseguido que se apliquen "medidas liberalizadoras que venían esperando conseguir desde hace años a pesar de que no tenían nada que ver con los problemas que habían originado la crisis": financiación a costa de derechos sociales, del mercado de trabajo, de las pensiones y de los servicios públicos.

Una sociedad anestesiada

Otro eje de Reacciona es el político, que pretende combatir la apatía ante la actitud de gobiernos y partidos. Se coincide en una fecha fundamental, "el gran antecedente de esta crisis": la políticas privatizadoras de Reagan y Thatcher: a partir de entonces, "los valores democráticos, los principios éticos por lo que tantos habían luchado, hasta dar su propia vida, la justicia social en primer lugar, se sustituyen por el mercado", según Federico Mayor Zaragoza, director general de la Unesco desde 1987 hasta 1999 y exministro de Educación y Ciencia.

En la privatización centra su texto Àngels Martínez i Castells, doctora en Ciencias Económicas y profesora de Política Económica de la Universidad de Barcelona: desde Carlos Solchaga, "quien inició en 1985 la oleada privatizadora" a nuestros días. "Las privatizaciones facilitaron el camino de la mundialización poniendo en pocas manos (privadas) las empresas más rentables, los recursos fundamentales para el funcionamiento del sistema, el agua, el gas, el petróleo". Para Martínez i Castells, algunas privatizaciones de empresas públicas son "un robo con desfalco que debería figurar en el Código Penal".


Baltasar Garzón se centra en la corrupción en un contexto político donde la propaganda y la manipulación de los partidos "anestesian la memoria de los ciudadanos para conseguir el olvido o, al menos, la condescendencia" ante sus actos. Garzón pide un "contrato de los políticos con los ciudadanos" para rendir cuentas de su actuación.


Y si Garzón pide atención para que "los jóvenes y los niños conozcan desde las escuelas los hechos históricos" ocultados en España durante 40 años y Martínez i Castells hace "un llamamiento concreto a las mujeres", el periodista y columnista de Público Ignacio Escolar se dirige a "la generación estafada": "Esta nueva gran depresión ha infectado una fractura generacional que expulsa del sistema, hacia la miseria, a esa juventud a la que pomposamente se llamó ‘la generación mejor preparada de la historia de España' y que hoy vive de sueldos mileuristas y de la caridad familiar".


Escolar refleja estadísticas y datos escandalosos: los jóvenes españoles se tendrán que jubilar a los 67 en una España con "récord absoluto de paro juvenil del mundo civilizado: un 40,06 % en enero de 2011" y un salario medio por debajo de los 16.000 euros. Ello, dice Escolar, nos puede llevar a lo que el presidente del Foro de Davos, Klaus Shwab, avisó a finales de 2010: "La situación en España podría derivar en una nueva revolución juvenil, en un nuevo mayo del 68".

Revolución y redes sociales

El tercer eje se refiere a la responsabilidad de los medios de comunicación y el papel de nuevas herramientas sociales. Para Rosa María Artal, los medios no han conseguido convertirse en "remedio" contra la crisis. Lo contrario: "Su consigna prioritaria: trivializar, fabricar productos asequibles que rentabilicen la inversión". Unos medios que se han vaciado de crítica e información y se han llenado de opiniones y de notas de prensa de los partidos políticos, que se han acostumbrado a las ruedas de prensa sin preguntas.

Como todos los integrantes de Reacciona, Artal no duda del papel de internet en este escenario: "Por primera vez en la historia, toda la humanidad puede estar -y terminará estando- comunicada". Las redes sociales tienen sus riesgos (los medios caen "en la frivolidad de convertir en noticia una conversación de Twitter") y no derrumban gobiernos por sí, pero "con un balance positivo podemos afirmar que internet sí representa ¡un inmenso peligro!: la sociedad habla entre sí, al instante si quiere. Los minoritarios poderes establecidos tiemblan y quieren cercenarlo". ¿Y Wikileaks? "Otro ejemplo que ha evidenciado también la deriva del periodismo actual, que no investiga, ni se enfrenta seriamente al poder para servir a la sociedad, como manda su misión".


Reacciona se completa con dos capítulos centrados en la ciencia, a cargo de Carlos Martínez y Javier López Facal, profesores de investigación del CSIC, y en la cultura, por el periodista Javier Pérez de Albéniz ("la destrucción de la educación pública es el problema número uno de este país, de cualquier país, por encima incluso del paro, del terrorismo, de la corrupción política").


Y se cierra con la jurista

Lourdes Lucía, para quien "vivimos una auténtica contrarrevolución social". Frente a armas de dominación masiva como el miedo, el individualismo, el fomento al desprecio a la política y la democracia ("es mejor que los ciudadanos no participen, no pregunten, no controlen") y el omnipresente dinero, apunta, dispara y acierta: "Es necesario cambiar la lógica del máximo beneficio individual [...]. La atomización del trabajo, la precariedad de las condiciones laborales nos conduce al aislamiento, al enfrentamiento y a la indiferencia [...]. Hay que recuperar la comunicación directa con los demás, vernos, hablar y actuar unidos".