CAMBIAR DE CARBURANTE
Una de las cosas que no se debe hacer, según mi criterio, al analizar la crisis, sus orígenes, sus consecuencias y sus posibles salidas es meternos en un debate sobre buenos y malos. Porque si erramos en el diagnóstico, será más difícil encontrar la terapia adecuada.
El problema principal, en mi opinión,
Existen también comerciantes, autónomos y pequeños empresarios que se ven obligados a utilizar, quieran o no quieran, el mismo carburante, lo que les lleva a autoexplotarse para poder salir adelante. Las grandes superficies y las franquicias se comen a los pequeños comercios, los autónomos son explotados sin piedad, debiendo trabajar más que un reloj, y los pequeños empresarios se ven abocados a unirse para conseguir estructuras comerciales y precios competitivos.
El carburante del beneficio privado tiene residuos tóxicos, como el egoísmo, y efectos secundarios, como la concentración de dinero, y consecuentemente de poder, cada vez en menos manos, que van limitando cada vez más el poder de la gente que no lo tiene, y por lo tanto su libertad.
La tesis que defiendo
Hay que buscar donde está esa fuente de energía que nos haga trabajar no para ser más ricos que los demás, o para ser más poderosos que ellos, sino para sentirnos bien con el trabajo hecho, para sentirnos útiles, para compensar mejor al que más se esfuerce, y no para que nos robe el futuro quien tiene la sartén por el mango. Un carburante, en fin, sin contraindicaciones ni efectos secundarios.
Ese carburante es
Y no nos vale sólo criticar. Hay que ponerse en marcha. Porque muchos debemos tomar la iniciativa para decidir qué producimos, en qué cantidad y con qué objetivos, con la energía del carburante limpio. Parafraseando a Antonio Gramsci, quienes pensemos en un futuro solidario nos tendremos que instruir, porque hará falta toda nuestra inteligencia, nos tendremos que conmover, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo, y nos tendremos que organizar, porque será precisa toda nuestra fuerza.
Si no lo hacemos, se seguirán fabricando cosas y ofreciendo servicios con el carburante sucio de egoísmo personal, con sus efectos secundarios. Nos obligarán a consumir para hacer más ricos a los ricos, con la excusa de darnos algunos puestos de trabajo. Pero la riqueza no llegará a todas las personas, se concentrará en pocas manos y cada vez la democracia podrá decidir menos cosas. Llegaremos a ser esclavos del dinero sin habernos dado cuenta. Si es que no lo somos ya.
Teruel, 25 de mayo de 2010
José María Martínez Marco
Coordinador
No hay comentarios:
Publicar un comentario